Translate

Translate

Translate

lunes, 12 de noviembre de 2012

Una buena lección.

A veces en la vida se nos presentan situaciones complicadas. Muy a menudo nos limitamos a nosotros mismos estableciendo barreras en nuestras capacidades, pensando que no somos capaces de hacer esto o aquello e impidiendo que nos desarrollemos y adquiramos conocimientos. Otras muchas veces no nos esforzamos por enfrentarnos a eso que se nos plantea y que aparentemente es muy complicado y nos conformamos con lo que ya tenemos.
Puede ser que esto les resulte demasiado abstracto pero en realidad se da muchas más veces de las que todos pensamos, en cosas insignificantes y diarias en nuestras vidas. ¿Cuántas veces, por ejemplo, no hemos participado en una conversación por miedo a no saber decir o opinar lo correcto, o simplemente porque no sabemos demasiado del tema y nos hemos mantenido al margen? Es un ejemplo sencillo, que creo que se da muy a menudo, o al menos en mi caso. Lo más cómodo es  permanecer callados, escuchando las opiniones y debates de los demás, así no te arriesgas. Pero ¿es realmente eso lo mejor?. Sin duda NO.
En el caso de que no se entendiese sobre el tema lo mejor sería pedir que te lo explicasen, y sin creer del todo lo que una persona pueda explicarte desde su opinión personal, adquirir un mínimo de conocimiento. En caso de que se conozca sobre el tema o que incluso se tenga una opinión sobre él sin duda alguna lo más productivo es participar, eso siempre es positivo en todos los sentidos. Quizás la inseguridad o la vergüenza a veces nos juegue unas malas pasadas y nos impidan realizar ciertos actos que son productivos para nosotros y nuestros conocimientos pero creo que todos somos conscientes de esos ``fallos´´ y además pienso que ser conscientes es el primer paso para proponernos cambiar.
Puede resultar un ejemplo muy tonto, pero un día en clase, nuestra profesora de Didáctica Almudena me hizo recapacitar sobre este tema. Nos propuso una lectura aparentemente compleja y nos dio dos semanas para que la preparásemos y leyésemos. El día que tocó dedicarse a eso nos encontramos con que muy pocas personas la habían leído entera, otras seguramente ni siquiera lo habrían intentado y otras muchas lo habían dejado entre la segunda y tercera página porque apenas entendían la mitad de las palabras o expresiones que se mostraban en la lectura. Era lo más cómodo ya que todos sabíamos que Almudena iba a hablarnos sobre la lectura y estábamos esperando a que ella nos resolviese esas dudas que todos teníamos.
Lo más práctico hubiese sido que nos hubiésemos esforzado muchísimo más y hubiésemos buscado todas las palabras que no entendíamos, o que incluso hubiésemos buscado información en otros lugares. Ella nos mostró lo fácil que podía resultar pasar una frase de cualquier lectura aparentemente compleja a una muy sencilla, cambiando las palabras por otras que si entendiésemos. Todos fuimos conscientes de que nos habíamos esforzado poco y de que nos habíamos acomodado y esperábamos que alguien viniese a resolvernos el problema.
Almudena nos explicó el por qué de haber mandado una lectura tan compleja. Si en un principio nos hubiese mandando como primera lectura algo sencillo y accesible por todos, hubiésemos pensado que sabemos mucho sobre el tema, que manejamos bastante diferentes conceptos y nos hubiésemos relajado demasiado. Al plantearnos una lectura compleja lo que buscaba era que nos surgieran muchas dudas y que nos esforzásemos al máximo, a parte de para demostrarnos que somos capaces de todo también para que lo demás si nos resulte más sencillo.
Sin duda fue algo que me gustó bastante y que me motivó en la asignatura así como en algunos aspectos de mi vida. De ese día de clase podemos sacar una conclusión: No tenemos miedo.